Ni la producción, ni menos el paisaje de la costa durante el siglo XVIII quedarían delineados sin considerar a la pesca: la proximidad del mar junto con el suave declive del terreno, permitieron formar comunidades de pescadores en un litoral donde se alternaban por lo menos desde Huacho hasta Paracas, pequeñas puntas y bahías, amplias playas y parajes protegidos del viento y las olas, al pie de una fauna marina excepcionalmente pródiga. La pesca fue siempre un componente decisivo en el área autosubsistente de la economía regional, sin negar que la demanda de este producto extendía su comercialización a lugares distantes, incluso centros urbanos de la serranía.
Arqueólogos como Lanning, Fung y Ravines, lingüistas e historiadores como Torero y Rostworowski, han insistido suficientemente en la importancia que tuvo la pesca para el desarrollo de la cultura en los valles de la costa, desde el precerámico. Entonces fue posible organizar comunidades exclusivamente pesqueras dada la riqueza y variedad del mar.
Esto hizo que desde un inicio la vida indígena marchara en estrecha asociación con el mar, del cual no sólo se obtenía alimento, sino que podía ser empleado como medio de comunicación rompiendo con ese aislamiento en que el desierto pretendía sumir a los valles. Una temprana actividad artesanal llevará a la construcción de implementos pesqueros (redes) y de navíos cada vez más perfeccionados: desde el tradicional caballito de totora todavía empleado en algunos puertos norteños hasta guares y balsas de significativo tonelaje.
La costa sur, perfeccionó la navegación marítima, al lado de pescadores, convivían artesanos y comerciantes, que en balsas recorrían los diversos pueblos y reinos de la costa.
Calle La Mar N°315. Capilla de Asía, Distrito de Asia, Provincia de Cañete, Región Lima Provincias.
Mar – Vie. 8:00 – 13:00 y 14:00 – 17:00
Sáb. 8:00 – 13:45